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El Pacífico y su música:

un escenario para la identidad

La música del Pacífico es sentimiento, algunas veces de tristeza, otras de alegría; va narrando paisajes en donde siempre hay ríos, mares, esteros…vivencias de un tío, de una madrina, de una abuela …su sonoridad nos repara, nos transforma, nos evoca y nos despierta el elemento común que nos vincula: el amor. Sonidos que evocan el calor de un cuerpo cercano, el cuenco donde bebimos, el útero de nuestra madre o la cascada donde un día nos bañamos.

 

Un sábalo, un cangrejo, un camarón, un guachupé son especies del agua que alimentan el cuerpo, el espíritu, la historia y la memoria que nunca faltan en el currulao, la chirimía, un “alabao” o un bambuco viejo.

 

No hay un día de trabajo que no esté inspirado por el espíritu ancestral de la música que se escucha, se expresa y se puede palpar en la simple cadencia de un cuerpo al andar. Cortar un árbol, pilar un arroz, bogar una balsa, tender una red para pescar, todo está cargado de sonoridad y ritmo.

 

El Pacífico se niega a expresarse en el lenguaje convencional. La marimba es quien expresa los hechos cotidianos, fundiendo el alma y el espíritu. Aun la misma muerte, que para algunos sólo representa tristeza, está compuesta por cantos sanadores y cargados de esperanza. A través de ellos se expresa el amor a la persona que se fue, se le ayuda a emprender ese camino de la mejor manera y nos ayuda a reconocernos como integrantes de un colectivo, a identificarnos como habitantes de un territorio,  pero lo más importante, a afianzar nuestros lazos de hermandad y unión. La muerte se vive, si… se vive, aunque sea algo poco creible, tiene un significado diferente al tradicional en todos los habitantes del Pacifico, es una forma de insuflar a nuestro ser a una nueva vida y aunque lo despiden con cantos, flores y velas, para cada etapa de la vida hay una distinta despida.

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Estas manifestaciones hacen parte de nuestra identidad cultural. Por eso se comparte generacionalmente por colectividades y, así no sea tu mundo, tu estilo, tu gente, te sientes de ahí; un ser privilegiado, inmerso en un mundo mágico donde todo lo existente exalta el espíritu, como queriendo decir que solo en ese lugar se vive lo que en otro no…y que bueno es nacer en el Pacífico. Magia, misterio y secreto es lo que siente mi cuerpo cada que escucho el repicar de tambores y marimbas.

 

Las músicas del Pacífico no son sólo notas armoniosas. Todo surge de la misma naturaleza, de allí se obtienen las materias primas para construir los instrumentos, como el guasá, el conuno o la reina de todos: la marimba de chonta. No es atrevido decir que la  música sana lo que la medicina no.

 

La energía  transforma y se comparte al igual que las formas de enfrentar la adversidad siempre con una sonrisa, con la mirada hacia al frente, intervienen tradiciones desconocidas e insospechadas para el citadino, la vida en el Pacifico es, sencillamente, otra vida.


 

La riqueza rítmica que compone el Pacífico lo hace merecedor de conocerse a nivel nacional e internacional.La música cada dia se extiende desde diferentes escenarios, donde distintas voces y géneros se hacen visibles. Lo mas alentador es  que diaramente niños y jóvenes se esfuerzan y trabajan para ser los mejores en su oficio de tocar y acompañar con canto.

 

Es innegable que hay un entorno que amenza este tipo de manifestaciones. Los procesos de industrialización y patentes son algunos de ellos. Sin embargo y pese a todo, las músicas de marimba siguen presentes en el ADN de las comundiades del Pacífico venciendo la discriminación, el olvido y cualquier otro obstaculo que se presente porque la musica es parte escencial para nacer y vivir en el Pacífico.

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